domingo, 12 de abril de 2009

GARABATOS



Desde siempre quise saber dibujar.

Y tener como tengo ,pero sabiéndolos utilizar claro, un pequeño estuche repleto de lapiceros Staedtler amarillos y negros , con la parte de arriba roja o azul ,dependiendo del grosor, y otro estuche también, pero de pinturas esta vez, con cualquier color que puedas imaginar, desde el amarillo casi blanco al negro más oscuro.

No me los encontraría por casualidad entonces después de meses sin usarlos. No estarían tan escondidos como en esta primavera lluviosa resulta que lo están, al fondo de la vieja bolsa de deporte de cuando iba al colegio, junto al uniforme de gimnasia y un balón de futbol que nunca me atreví a usar y del que nunca tampoco a nadie hablé.

Si supiera cómo hacerlo, si fuera bueno, quizás no estaría donde hoy estoy.

Y desde luego sería mucho más autónomo eso está claro, no necesitaría a nadie.

Nunca habría conocido quizás a mucha gente que sin embargo he tenido que conocer y que en su mayoría ya han desaparecido de mi vida.



Y si, tienes razón, todo esto viene a cuento porque le habría dejado un pequeño esbozo a ese chico francés en algún descuido que él hubiera podido tener. Ese chico que cerca de las diez de la noche y una vez realizado su pedido en el Mc Donalds de Paseo de Gracia, esperando por el, se puso a bailar como un loco entre las mesas, sin importarle lo que pudiéramos pensar acerca suyo.


Un chico rubio, de pelo rizado, acompañando de muchos compañeros de clase, de un par de profesores y de una chica en especial que parecía ser su novia y que terminó por animarse también a bailar junto a él.

Habría puesto mi número de teléfono y un pequeño mensaje escrito en Bic de color verde dándole las gracias por haberme recordado esa noche, terminando yo de cenar y él a punto de empezar a hacerlo, que la vida puede ser algo divertido y que en el fondo quizás eso no es algo tan difícil de lograr, no está tan lejos de mi alcance como a veces pienso.

Luego, muerto de vergüenza y antes que pudiera darse cuenta de algo, me habría largado de allí a toda prisa.

Fin de la historia.


Bueno, si, claro, no voy a engañaros , tenéis razón, ¿para qué ocultarlo?, también habría dibujado de nuevo a toda prisa , pero esta vez la tarde siguiente, a ese chico tan pálido y de ojos verdes con el que he coincidido hoy en la biblioteca y al que tanto he mirado y del que no he recibido como respuesta ni una sola mirada por su parte .

Mi historia con él solo tiene o consta de un inicio, no hay nada más, un inicio que se remonta al verano pasado, a un mediodía en que fui a llevar a su casa unos papeles que Ella me había dejado para entregar a su padre, uno de los jefazos de la oficina. Me abrió la puerta con tan solo un minúsculo bañador encima, me dijo que su padre no estaba pero que se hacía cargo del sobre.


No parecía tener ni un solo pelo en las piernas o en el pecho y al darse la vuela y agacharse, la visión de la parte superior de su culo terminó por rematarme.

Tendría esta tarde también que haber abierto mis estuches de pinturas para dibujarle, haber destapado luego mi Bic verde de nuevo tan solo para escribirle junto a su improvisado retrato, en la parte trasera del mismo, que yo ya no puedo escribir una historia o avanzar en la misma a base de solo imaginar, que estoy muy cansado de hacerlo, que él también tiene que poner un poco de su parte, lo mínimo.

Tendría que sentado , con la mirada fija en su rostro, sin temor, haber permanecido luego allí para ver la expresión de su cara, su reacción, ante mis tonterías.

Estaba preparado tanto para lo bueno como para lo malo.

Al menos eso creo.

1 comentario:

  1. Hola. He llegado hasta Chaval en bici por una recomendación en mi blog y, la verdad, me ha encantado leerte, sobre todo en tus inicios.

    ¡Un besote!

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