martes, 9 de junio de 2009

80 40 y 20 (motivos)





Podría estar triste solo por ellos, por verlos cada vez mayores, por ser sus visitas a casa cada vez más espaciadas en el tiempo .

Recordando a su madre, que cada vez que la vuelve a ver parece estar más encogida y frágil que como la recordada , a su padre, que se encuentra ya muy encorvado y torpe por mucho que él se niegue a acertarlo. Recapitulando los miedos a ella le hacen hablar sin parar, enfermedades básicamente, las amargas quejas que él parece llevar escritas ya en la cara. Volviendo a verlos como hace un mes los vio por última vez antes de subirse al tren, cogidos de la mano y caminando lentamente por la calle, a duras penas consiguiendo subir una cuesta, ella tirando en lo posible de él que desde el infarto ya no es el mismo, lo mismo que ella pese a sus esfuerzos por ocultarlo, sacando fuerzas de flaqueza varias veces al dia, recreando siempre ante los ojos de él un mundo que ya no existe, un mundo en el que ella no llora encerrada en el baño, o en la terraza al verle salir del portal, lleno de bondad aún en su interior pero sin ninguna ilusión ya por vivir.


¿Porqué sigue aún enamorada de él?.

Porque a veces todavía está ahí , lo encuentra, podría jurarlo: el rostro fresco de aquel adolescente que hace cincuenta años y desde detrás de un cristal de un autobús la enamoró, le hizo perder por completo la cabeza.

Aún sigue ahí y ella es la única que puede verlo.

No hay nadie más.

Mejor.




Podría estar triste también por su pareja y por el mismo, sentados ambos y frente a frente en una cafetería de Via Laietana, sin nada que decirse ya, leyendo cada uno el periódico en silencio.


Triste por cómo los años les han caído encima a ambos, por cómo han engordado y perdido el pelo, por las aventuras que cada uno sabe que el otro tiene a sus espaldas, por ese deseo que entre ambos ya ha desaparecido por completo salvo que se encuentren en algún lugar público, o un tercero acceda a montárselo con ellos. Por la imposibilidad ya de poder gustar a aquellos a los que les gustaría en realidad poder gustar, juntos o por separado, por el trabajo que los dos tienen, por su mísero sueldo, por los casi diez años malgastados en él, por sus voces cansadas, por estar atrapados y no saber cómo poder salir y escapar el uno del otro sin hacer mucho daño, sin ser ninguno de los dos la víctima.

¿Porqué no sigo aún enamorado de él?.

Porque lo tenía tan idealizado como a todos aquellos que antes suyo ocuparon su lugar, porque no es como yo pensaba que iba a ser, porque yo tampoco soy ningún santo, porque su cansancio y desgana ya son cada vez más nuestro cansancio y desgana pienso.



Podría estar triste por el chico veinteañero de la mirada huidiza sentado a su lado y que a juzgar por la conversación telefónica que mantenía hasta hace unos pocos minutos acaba de ser abandonado o abandonar, sin que eso parezca importarle mucho, cambiar en exceso sus planes.

Podría ponerse a explicarle las cuatro o cinco reglas básicas sentándose con él, o darle un par de consejos pero por su mirada él parece que ya saber algo del tema, manejar a la perfección toda esa sabiduría que en su conjunto encierran.

Es un ser egoísta, de difícil acceso.

Lo difícil para él, escondido tras su pelo castaño, sus pequeñas gafas, ha sido decírselo, lo que ha venido después, es decir la explosión simultanea de mil sentimientos diferentes y contrapuestos entre si, no ha revestido mayor problema, eso parece.

¿Por qué se ha enamorado de él?

Porque no lo conoce en absoluto, porque de momento todo en él es tal y como él quiere que sea.

Por el tipo de pastel que ha pedido por ejemplo.

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