domingo, 15 de marzo de 2009

1976 Primera parte


Agosto 2008


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¿Porqué no corría prisa antes de cumplir los dieciocho años?

Se paró en seco, sorprendido por su propia pregunta. Sintió que su vida no valía gran cosa a fecha de esa calurosa tarde de verano, cinco o seis de Agosto, y no estaba seguro, pero probablemente aún valdría menos dentro de unos años, cuando su juventud fuera ya algo pasado y estuviera encadenado a algún trabajo miserable, machacado irremediablemente por la soledad y la frustración de seguir adelante dia tras dia sin novedad alguna.

Se fijó a continuación en sus viejas zapatillas de deporte de color granate, en su camiseta morada que tapaba su ya incipiente barriga, en los pelos de sus piernas y contó en meses, veinte , el tiempo que había pasado desde que había alcanzado la mayoría de edad y de nuevo se puso a caminar, convencido que nunca lo lograría, que lo mejor sería irse acostumbrando a ello, a vivir con esa ansiedad, a saber sobrellevarla lo mejor posible, a aprender a disimularla siempre que fuera posible ante sus amigos.

¿Porqué no corría prisa antes de cumplir los dieciocho años y nada más cumplirlos se convirtió en algo tan importante?

Siguió andando. La pregunta ya no le hacía tanto daño tal y como comprobó. Podía repetírsela sin agobiarse demasiado y además, en caso de extrema urgencia, siempre estaba Lidia, una chica delgada y muy pálida, con el pelo cortado como si fuera un chico más, fumadora empedernida, que según decían sus amigos era pan comido.

Pero ¿Y el amor? .

Maldita sea! no consiguió evitar a tiempo de buevo una pregunta tan incómoda, mala suerte, malísima suerte en realidad.

¡El amor era una parte tan importante de su vida aún sin haber disfrutado del mismo!

¡Soñaba tanto con el!.
Era un viejo conocido y un perfecto extraño a la vez.

En cualquier caso parecía como algo reservado a los demás, a todos esos que sin embargo no creían en él o lo despreciaban.

En realidad como el resto de las cosas de la vida que siempre son disfrutadas por quienes en verdad menos las necesitan pensó Suso soplándose su largo flequillo castaño, ese que a veces llegaba a taparle sus grandes ojos de color verde, parte de aquella cara como de niño antiguo que tenía, muy de los años treinta, de foto en blanco y negro, tez muy blanca y grandes mofletes, con expresión de no haber roto un plato en su vida.

Pero ¿Y el amor?, ¿Cuál era su relación con él?, ¿Qué futuro le podía estar esperando?.

Estuvo tentado de pararse de nuevo, de quedase quieto otra vez allí, en la mitad del puente que cruzaba por encima de la carretera, para que alguna idea genial le alcanzara de pleno y le solucionara así gran parte su vida respondiendo de paso y para siempre a aquella pregunta, pero no, continuó andando, ajustándose la gorra de color negro y colocándose sus alargadas gafas de sol.

Como siempre tenía tiempo de sobra para unas cosas pero le faltaba para otras.

Tres semanas hasta que sus padres volvieran. Una hora como mucho antes que anocheciera.

1 comentario:

  1. Estás escribiendo una historia por capítulos?
    Aquí volveré a ver qué pasa.

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